En este mundo moderno, la mayoría (o eso quiero creer), estamos
concienciados de que debemos cambiar algunos malos hábitos, para que el mundo
que nuestra generación deje a sus hijos, en mi caso a mis sobrinos, no sea un
solar.
Sin duda, uno de los elementos fundamentales es cuidar el Medio
Ambiente. Ya que no tiene pinta de que vayamos a mejorarlo, al menos mantenerlo
como está ahora, con algún pequeño rincón donde sea posible respirar aire puro,
sin coches, aviones y plantas petrolíferas.
Y algo en lo que todos podemos ayudar, poner nuestro granito de
arena, donde cada persona cuenta, sin importar su clase o credo, donde una
persona es importante, (se me han acabado los tópicos, sin se os ocurren más me
los podéis mandar), es en el tema del reciclaje.
Pero aunque es algo que parece bastante aceptado, desde hace unos
años, todos somos recicladores activos (a nuestros papás les ha costado algo
más hacerse a la idea, algunos incluso hoy se resisten, para que digan que los
hijos no pueden enseñar nada a sus padres), es un proceso más complejo de lo
que parecía cuando nos lo explicaron.
Posiblemente sea porque los que nos lo explicaron tampoco tenían los
conceptos muy claros y dejaron bastantes lagunas. Yo admito que hasta hace poco
no era un buen reciclador, pero no por desgana, sino por ignorancia. Era feliz
pensando que cumplía con mi deber de ciudadano ecológico, cuando no era así.
Por suerte, desde que me relaciono con personas cualificadas en
estos temas, con titulación, y como sé que de vez en cuando se asoman a esta
ventana, debo decir que gracias a ellas, he aprendido muchas cosas que
desconocía.
He corregido por ejemplo uno de los errores más habituales, el tema
de los envoltorios de comida rápida en general. Seguro que si hiciera una encuesta
rápida, la respuesta mayoritaria y convencida sería, “¡donde se va a tirar, al
cartón, está clarísimo¡”.
Pues no, error, porque todos esos cartones acaban tomando parte de
las sustancias que transportan, especialmente porque suelen viajar en moto y siempre
llegan un poco agitados, es casi inevitable que un champiñón o un trocito de
ternera, acaben fuera de su sitio natural. Además debemos decir, que salvo
excepciones, todos estos alimentos se caracterizan por una cantidad razonable
de grasa (creo que existen las hamburguesas de tofu, muy sanas, pero nunca he
visto un tofu, no sé ni donde viven), que también acaba impregnando todo el
cartón. Si como yo, pensabais que todo eso iba al cartón, mal hecho, rectificad
y a partir de mañana, al orgánico. El otro día, al bajar la basura, coincidí
con un vecino, un chico de mi edad, que me miró extrañado al ver que echaba los
envases de plástico de pizzas al orgánico, asombrado, me dijo “¿eso no va
allí?”, señalando al cubo amarillo. Entonces le expliqué la diferencia.
Hubierais estado orgullosas de mí, chicas.
El problema es que las dudas se multiplican, con temas aún más
complejos, ¿qué hacemos con los yogures, tenemos que rebañarlos con pan para
dejarlos limpios o lavarlos antes de tirarlos para eliminar partículas
orgánicas, es necesario pasarlos antes por el lavavajillas?, ¿los trapos
viejos, con pelusas, dónde van, son orgánicos, híbridos, no hay sitio para
ellos?, ¿si envolvemos un bocadillo de panceta con el Marca, donde va después
el periódico (porque la panceta está claro donde acaba)?.
Así que amigos, ante la duda, consultad al experto más cercano, pero
uno que sepa de verdad de lo que habla (excluidos contertulios, colaboradores
de Sálvame y Directores generales), para no acostaros con cargo de conciencia pensando
que no habéis cumplido con vuestra responsabilidad ecológica.
No hay comentarios:
Publicar un comentario