lunes, 30 de abril de 2012

¡Cuéntate un chiste!

Uno de esos debates en los que no hay una opinión mayoritaría, se refiere a la interpretación, ¿qué es más difícil, hacer reír o llorar?

Nunca he hecho llorar a nadie (al menos de forma intencionada), así que solamente puedo dar mi opinión desde el otro lado, el del humor. Con un matiz, no sé qué etiqueta, si alguna es válida, podría aplicarse a lo que hago: monólogos. No soy actor, eso lo tengo claro, y no lo seré. No tengo claro si existe diferencia entre cómico y humorista, supongo que andaré en esos territorios. Y hacer reír me parece muy complicado.

Creo que el humor es un concepto absolutamente subjetivo, distinto para cada persona. En mi opinión tiene límites, no todo vale para convertirlo en humorístico, pero es un criterio absolutamente personal, nunca intentaría aplicar mis límites a nadie más, ni decidir qué es humor y qué no lo es. Únicamente, como público, decido que es lo que me gusta y lo que no me gusta.

También es conveniente recordar que el humor ha evolucionado en los últimos 30 años, hay modelos que son válidos, pero algo caducos sino se refrescan. Pero para el público aún permanecen esos esquemas mentales que a veces no facilitan tu labor. Hace un tiempo, actué en un pueblo cercano a Segovia en fiestas, montaron un escenario en la Plaza del Pueblo. Había público de todas las edades y los más mayores se acercaban sin tener muy claro que escucharían. Poco antes de empezar, una de estas personas, cerca de mí, le preguntó a otra de unos 50 años, que era lo que aquel señor hacía y esta le respondió "es un monologuista, de esos que cuentan chistes". He escuchado durante años en el coche de mis padres cintas de Arévalo y me gustaría pensar que lo que hago, es otra cosa,  no arte y ensayo, pero sí un poco más elaborada.

Y un monólogo, es muy exigente. Es un examen oral, con muchos profesores, durante media hora, con un test cada 30 segundos y la única respuesta válida es la risa del Tribunal, si no lo consigues, suspendes. Esa situación genera una gran tensión en la persona que debe defender su texto, que a él le parecía ingenioso o al menos divertido, pero eso no vale de nada, si el público no es de la misma opinión.

Por ello, cada uno traza su camino para conseguir el objetivo y todos esos caminos son respetables, estando o no de acuerdo con ellos.

Además, hay que tener en cuenta, que el humor no tiene en cuenta el estado anímico del humorista. Si tu pareja acaba de dejarte por otra mujer, te han sacado las 4 muelas del juicio sin anestesia o el Madrid acaba de perder una oportunidad única de conseguir La Décima gracias al planteamiento especulador de su entrenador (como se percibe, el fútbol no me interesa nada), no importa, debes subirte al escenario para hacer reír.

En mi caso no tengo queja, disfruto de un público fiel y sincero, igual de creíble cuando me dicen que les ha gustado mucho, que cuando no les gusta. Te dan ánimos, calor cuando estás subido en el escenario (que puede ser un sitio maravilloso o un potro de tortura) y su visión desde fuera cuando te bajas. Es muy importante, muchas veces ellos son los que me dan un empujón en un mal día o nuevas ideas.

Creo que este texto me ha quedado algo panfletario, y no era mi intención soltar un sermón, así que lo acabo rápido. Solamente quería haceros ver que detrás de una actuación de 30 minutos, hay más trabajo (los monólogos no surgen por generación espontánea, no se escriben solos, ni en 5 minutos) y tensión, de la que normalmente se percibe desde las butacas.

Así que damas y caballeros, disfruten del espectáculo y por favor, apaguen sus teléfonos móviles (los Smartphone también o pónganlos en silencio, please)

sábado, 28 de abril de 2012

Preguntas Universales, respuestas insuficientes

Seguro que no soy el único al que le surgen multitud de preguntas a las que no es capaz de encontrar respuesta, o la que encuentra no le sirve y se queda con esa sensación de duda tan molesta. Al menos es mi caso, así que me gustaría iros planteando algunas de ellas, compartirlas con vosotros y si podéis aportarme respuestas más válidas que las mías os lo agradecería mucho.

¿Por qué lo llaman "abrefácil", si todos sabemos que el tío que lo inventó, le puso de nombre "te vas a cagar"?.

El "abrefácil" es una de esas cosas que no existían cuando eramos pequeños (al menos algunos, los que ya pasamos de los 30), que nos ha traído "el progreso", que nos hacen mejores, más evolucionados, como Tuenti, el Actimel, los Smartphones o el TDT, y aún así éramos felices, me atrevería incluso a decir que más felices.

Aunque no se sabe el nombre del inventor, al menos la Wikipedia no tiene esa información, así que para mí no existe, lo que está claro, es que es obra de un hombre. Y no es un hombre cualquiera, la unidad de Análisis de Conducta del FBI en Cuántico, ha elaborado un perfil completo sobre este tipo de sujetos.


El Suddes (Sujeto Desconocido), es un adulto, entre 30-35 años, cuya adolescencia se limitó a ver como los demás dedicaban los fines de semana a salir y copular con las mujeres de su edad (y en casos de mucha suerte con "mujeres mayores" de más de 20), mientras él dedicaba todo ese tiempo a encerrarse en casa, debido a su carencia de sociabilidad, convirtiéndose en uno de los mayores expertos mundiales en programación, cine mudo o música de los 60. Estos conocimientos no mejoraron su situación social, sino todo lo contrario, le convirtieron en un "friki", lo que conllevó las burlas, en muchas ocasiones crueles de sus compañeros, que no sabían nada de F.W. Murnau y el Expresionismo alemán.


Ese aislamiento se acentuó con el paso de los años, con lo que el Suddes fue generando un rechazo radical a cualquier forma de contacto con otras personas, lo que le llevó a dedicarse por completo a su formación, de carácter científico, convirtiéndose en una auténtica eminencia.


En ese momento, consciente de su poder, decidió vengarse de todos esos abusos, enfocando su ira en el conjunto de la humanidad. Puso en marcha su plan, en su guarida criminal, su cuarto en casa de sus padres, decorado a escala como la sala central del Halcón Milenario, mientras sonaba su lista de Spotify "Mis 50 mejores canciones para vengarse".


Tras un criba, se quedó con 3 ideas malignas: Construir una Superbomba, crear Tele5 o inventar el "abrefácil". La de Tele5 la descartó, otro Supervillano, Berlusconi el Putero, se le adelantó. Solamente le quedaban 2. ¿Cual sería la que podría generar mayor sufrimiento a escala mundial?. Eligió el "abrefácil" y para nuestra desgracia, acertó.


Desde ese momento, a diario, millones de personas sufren en todo el mundo su malvado plan, luchando sin éxito con latas, bricks y envases de pizzas, maldiciendo a su inventor.


Si esta idea os parece interesante, iré publicando más preguntas.


lunes, 23 de abril de 2012

Para qué es realmente útil un móvil


Aunque todos hemos escuchado mil veces las maravillas de los teléfonos móviles, cada día mayores gracias a las nuevas generaciones que nos acercan un mundo perfecto de comunicación entre las personas, nadie habla de los usos realmente prácticos de estos aparatos, sean del tipo que sean. Porque lo que mucha gente desconoce, es que su mayor utilidad, nos la proporcionan incluso cuando están apagados.
Un móvil es el elemento perfecto de evasión ante cualquier situación social comprometida, la única manera de escapar de una de ellas sin quedar mal ante los demás.
Todos nos hemos encontrado con el ataque por sorpresa de esa especie tan peligrosa y traicionera como son los promotores callejeros, siempre al acecho, en cualquier parte de la ciudad, dispuesto a vendernos cualquier cosa, sin preguntar si la necesitamos o no. Desde telefonía, seguros, libros, hasta los más delicados, las ONGS, a los que resulta mucho más difícil y embarazoso darles esquinazo.
A campo abierto, es más fácil verlos venir, anticiparse a sus movimientos, cambiar de acera, cruzar un semáforo en verde o entrar a un supermercado. Pero se adaptan y nos buscan en superficies comerciales, llenas de columnas donde ocultarse o en estaciones de metro, laberintos repletos de curvas y recovecos donde poder atacarnos por sorpresa y arrinconarnos contra una pared.
Ya sé que hay métodos clásico para intentar zafarse, recurrir a frases como “lo siento, llevo prisa”, “ya lo tengo contratado” o en los casos más desesperados, cuando nos vemos atrapados, dar datos falsos para la ficha de cliente, lo que conlleva su riesgo, los promotores no se fían de sus víctimas y tratan de comprobar si les mentimos con argucias como “dime tu número para hacerte una perdida ahora mismo y así puedes memorizar el mío”. Además, hay que tener en cuenta que mentir a otra persona mirándola a los ojos, aunque sea un desconocido, nos suele dejar un poso de culpabilidad.
Pues para evitar todos estos problemas, está nuestro amigo el móvil. No importa que esté encendido o apagado, si uno de estos elementos se nos acerca, no tenemos más que ponerlo en nuestro oído y simular una conversación hasta que hemos conseguido huir. Sirve igualmente por la calle, como en el metro, donde gracias al trabajo encomiable de nuestros gestores políticos, podemos contar con la cobertura necesaria para servirnos de coartada, algo que hace unos años era imposible, para que la gente hable mal de ellos.
Es efectivo en cualquier lugar, puede ser de uso instantáneo si nos abordan por sorpresa y permite no tener que mentir a nadie, ni siquiera mirar a los ojos al promotor ávido de comisiones, mientras lo dejamos atrás.
Igualmente es aplicable a cualquier pedidor de dinero que se aproxime mientras paseamos por la calle, conducimos en coche o esperamos al autobús. En vez del “no llevo suelto”, mientras la calderilla suena en nuestros bolsillos al alejarnos, una buena falsa llamada, surte el mismo efecto y elimina la mala conciencia.
Amigos, en vez de tanto darle al dedito todo el día en el móvil, de calcular la trayectoria elíptica de los planetas, consultar el correo o decir a todo el mundo donde estáis comiendo, hacedme caso y dadle un buen uso.

martes, 17 de abril de 2012

Plagas

Como sé que muchos de los que me seguís, sois ateos practicantes, tranquilos, no pienso soltaros ninguna parábola sobre plagas bíblicas. Además las que voy a mencionar, son mucho más aterradoras y selectivas, no caen sobre todo un país o una ciudad, sino sobre grupos de personas concretos.

Si eres soltero y tienes más de 30, todo el año es Primavera. Por todos sitios encuentras parejas felices y enamoradas, paseando cogidos de la mano, como en uno de esos anuncios clásicos de colonia (de los que ya no se hacen, una pareja normal, corriendo por la playa en actitud romántica, ahora son un tío y una tía superbuenos con muy poca ropa, en actitud lasciva, viéndolo te da la impresión que más que un anuncio de colonia, parece un anuncio de preservativos).

En cualquier lugar, te persiguen, da igual donde te escondas (parques, supermercados, cines, restaurantes, locales de striptease), ellos te encontrarán para recordarte su inmensa felicidad y tu trágica soledad, con una amplia sonrisa, miradas cómplices y besos de película.

Ese pobre soltero tendrá que verse acosado por familiares, amigos y gente a la que quiere, todos ellos se acercarán con cara de preocupación, le miraran fijamente y le dirán "como no espabiles vas a ser el único soltero del grupo, que todos tus amigos están ya salvados, que pena hijo".

Piensas que cuando te enamoras y pasas finalmente por la Iglesia (o el juzgado), ya estás a salvo, error. Porque entonces empiezas a ver parejas embarazadas allá donde mires. Amigos, enemigos, compañeros de la Facultad, del trabajo, familiares, todos se quedan embarazados (en el S XXI, los embarazos no son femeninos, sino de la pareja, solo hay que mirar a algunos futuros padres para confirmarlo, hay datados algunos casos de hombres que han sido llevados al paritorio por confusión ante su diámetro abdominal).

Cada vez que te llama alguien del que hace tiempo que no sabías nada y lo primero que dice es "tengo que contarte una novedad", no falla, está embarazada. Y la pareja, que ha decidido tomarse un tiempo antes de ser papas, para disfrutar de la vida en pareja un ratito, empiezan a sentirse cercados, rodeados de gente que les repite una y otra vez "bueno, vosotros sois los siguientes, ¿no?" "ya os toca a vosotros". Como si el día de tu boda el sacerdote te diera un papelito y te dijera "el 3112, os toca ser padres en un período de  12 a 16 meses más o menos, depende de la prisa que se den los que tenéis delante", como si fuera la inscripción en una cooperativa.

Si estáis en esa situación queridas parejas y pensáis que ser padres acabará con la persecución, os volveréis a equivocar. El mismo día que nazca vuestro primer hijo, aún con la madre recuperándose de 14 horas de parto para sacar a una ricura de 4.800 kg, y el padre empezando a ser consciente de que ya es de verdad, lo primero que tendrán que oír de todos los que les visiten, será "bueno, ya mismo a por la parejita, ¿no?.

Así que pienso que lo mejor, para no vivir angustiado, es tomárselo con calma, disfrutar de cada día sin ponerse plazos y comprarse un antiplagas.

sábado, 14 de abril de 2012

Estupidez

Si alguno de vosotros necesita realizar un trabajo de campo psicológico sobre la estupidez humana, os recomiendo que utilicéis como contexto de estudio un recinto deportivo, lo más lleno posible, a lo largo de un partido. Creo que pocos lugares ofrecen tanta diversidad.

Si llevas a un niño de 4 o 5 años a un partido, solamente porque te han regalado las entradas, ya que a ti, padre o madre del niño no te interesa ese partido, pretenderás que ese niño esté durante al menos una hora y media sentado, sin moverse ni molestarte. por supuesto el niño a los 10 minutos, se aburrirá, se cansará, empezará a decir que quiere irse a casa, que tiene pis, sed, a saltar, subir y bajar por las escaleras, pasando siempre por delante de gente que intenta ver el partido y a molestarte no a ti, querido padre o madre, sino a la persona del asiento de al lado que paga un abono, porque sí le interesa el partido y cada 15 días asiste para disfrutar o sufrir con su equipo, pero le gusta hacerlo sin que le incordien. por cierto lo más molesto es escucharte gritar durante todo el partido a ese niño "!deja de molestar al señor¡". El niño se comporta de una forma lógica a su edad, la persona que demuestra una falta absoluta de sentido común eres tú.

Si me regalaran unas entradas para ver un musical de 4 horas, lo que haría con ellas sería, dárselas a alguien a quien le gusten los musicales, porque de ir yo, el resultado final sería que me aburriría terriblemente y podría molestar a los demás. Se llama empatía, difícil de encontrar en los niños, algo normal, pero cada vez más difícil de encontrar en los adultos, algo bastante triste.

Si en casa te molesta tu hijo y decides que la mejor solución es que pueda molestar a más gente desconocida, tienes parques y centros comerciales, donde al menos podrán jugar o entretenerse.

También tenemos a los que llegan cuando está acabando el primer tiempo y se van cuando quedan 10 minutos para el final, lo que demuestra un desconocimiento de los horarios o simplemente que lo que está pasando en el campo les da igual, lo más seguro es que ni siquiera sepan que equipos juegan. Pero eso no impide que pasen por delante de los que están viendo el partido e incluso estén varios minutos parados delante de ellos sin dejar ver, ya que tienen que decidir donde sentarse, porque sorprendentemente quedan pocos sitios libres. La gente que se toma la molestia de estar en el campo 15 minutos antes del principio no lo hace porque se aburra en casa, sino para poder ver el partido completo, además de no molestar a los demás.

Otra cosa que me gustaría comentar, es que cualquier recinto deportivo, hoy en día tiene localidades de asiento, es decir que el público puede disfrutar el partido cómodamente sin perder por ello visibilidad, así que para todos aquellos que en cada jugada de peligro o polémica se ponen de pie, decirles, que no se ve mejor, ni se meten más goles, lo único que consiguen es molestar a la gente que tienen detrás.

Por último, mencionar a todos esos que van con la camiseta del equipo local, pero que no se dedican a ver el partido, sino a insultar, gritar e incluso actuar de forma violenta. Esos no son hinchas, son salvajes que utilizan una camiseta como excusa. Ninguna bellísima persona, amante de los animales, tolerante y educado, se transforma en un patán violento cuando entra en un estadio. Todos esos, vienen ya violentos de casa.

Estas observaciones son aplicables en cualquier deporte (aunque habitualmente se atribuyen al fútbol), porque la estupidez no reside en el deporte, sino en la persona.

jueves, 12 de abril de 2012

Filosofía de ascensor


Creo que no soy el único que no se siente cómodo en un ascensor. No por sufrir claustrofobia, sino por compartir ese trayecto, que suele hacerse mucho más largo de lo que es en realidad, con personas en muchas ocasiones prácticamente desconocidas o con las que tu única relación es precisamente esos viajes en ascensor.
No soy un gran conversador, menos aún en 4 metros cuadrados. Pero sé que no soy el único que se siente incomodo, son otros los que miran al suelo, o fijan la mirada en el contador del piso, como si por un momento se pudieran convertir en Uri Geler (para los jóvenes, era un supuesto mentalista que se hizo muy famoso en el país en los años setenta, cuando Iñigo aun tenía pelo) y conseguir que el ascensor subiera más rápido, incluso los que utilizan el móvil (otro día hablaré de los usos realmente útiles del móvil) para no ser abordado por algún vecino conversador.
Porque también existen personas que dentro de un ascensor se encuentran en su salsa, disfrutan de esa situación, hasta pueden estar esperando durante horas en la puerta del ascensor hasta ver llegar a sus presas. Normalmente son jubilados o gente con mucho tiempo libre, por lo que pueden dedicarse a jornada completa. Si se hiciera un top con las personas que más kilómetros hacen en el ascensor, como con los futbolistas, serían siempre los primeros.
Son personas de ingenio y rapidez de respuesta, para cada situación tienen una frase distinta. Si el ascensor va lleno, “muy bien, así aprovechamos el viaje, que ahora con lo de los recortes hay que ahorrar todo lo que se pueda”, perfecta, un clásico actualizado. Si te toca subir solo con él/ella, entonces recurrirá a otro clásico “como vamos ligeritos, seguro que llegamos antes”.
El tema estrella es sin ninguna duda, el tiempo. Un ganador seguro, que todo el año da juego, el frío y la nieve en invierno, el calor abrasador del verano, las lluvias locas de la primavera, los cambios inesperados del otoño. Gracias al cambio climático, se ha introducido un nuevo elemento, el carrusel climatológico, que hace que el invierno pueda ser cálido y la primavera seca, el otoño cálido y el invierno frío a ratos y cálido a ratos, lo que evita la monotonía.
Si el tema climático ya se ha explotado antes de que pudieran intervenir, están preparadas para esta eventualidad y siempre tienen frases recurrentes que pueden meter en cualquier momento como "¿qué tal está tu hermano?", "¿terminaste ya la carrera?, "vienes de currar, ¿no?.
En mi caso, hace tiempo opté por subir por las escaleras, lo que me evita esos viajecitos y además me está dejando unas nalgas duras como el acero. En vez de quedar como un antisocial, quedo como un deportista. Lo que se comente de ti en las escaleras y rellanos, es importante.
Sin embargo, hace un par de días, como venía cargado, no tuve más remedio que coger el ascensor y subir con una vecina. Por supuesto, el tema fue el tiempo, que estaba cubierto pero no quería llover, lo necesaria que era la lluvia para el campo, para los animales y para las personas y antes de bajarse, dijo “donde no hay agua, no hay vida”. Esa última frase me dejó impresionado, no era un comentario superficial e improvisado, era una reflexión profunda sobre un tema de futuro. A lo mejor estaba equivocado y el ascensor puede ser un lugar interesante, creo que volveré a utilizarlo, de vez en cuando, no quiero perder mis glúteos.

sábado, 7 de abril de 2012

La cara amable de las nuevas tecnologías


Para ser justo y equilibrar la visión que he dado en varios de mis escritos anteriores de las nuevas tecnologías, debo decir que también pueden servir para cosas positivas.
Puede servir para volver a tomar contacto con amigos que el tiempo y la distancia habían dejado perdidos, a lo que nosotros ayudamos cono todo eso de “es que estoy superliado, no tengo tiempo para nada en toda la semana, he pensado mil veces mandar un mail, pero siempre me surge algo y se me pasa”. Con ese mantra pasan los meses, incluso los años, hasta que un día te lo encuentras por Facebook o Twitter, volvéis a quedar, a veros, recordar el pasado y entonces piensas “¿por qué habremos estado tanto tiempo sin saber nada el uno del otro?, que pérdida de tiempo”.
Porque no hay ningún motivo lógico para todo ese tiempo con una amistad en “pause”. Si vuelves a tomar contacto, quiere decir que no hubo nada que motivara la distancia, nada negativo, ninguna puñalada, o en ese caso no suele haber pegamento que recomponga lo que se ha roto.
 Una mudanza a otro barrio u otra ciudad, que aleja a amigos de la infancia, con los que compartes muchas primeras experiencias, o amigos de verano, cuando las vacaciones eran de dos meses en la playa o el pueblo, suficiente para que pasaran mil aventuras, concepto de vacaciones que 20 años después es algo casi mitológico, olvidado ya.
Conozco más de un caso de esas características, que gracias a las redes sociales, han retomado esa amistad, con la satisfacción plena de ambas partes. En mi caso también puedo aportar un testimonio personal muy positivo. Gracias a Twitter he podido volver a ver a uno de esos amigos de verano, con el punto extra de que además me ha permitido conocer a su novia que es un lujazo de persona (él también es buena gente, a pesar de ser del Barca).
Es posible que con la edad desarrolles una percepción de la amistad más precisa, más reducida, menos de Facebook y más de contar con los dedos de las manos y aprecias con más intensidad estos reinicios. Creo que el clásico “más vale tarde que nunca” en esta ocasión no es una frase hecha sin contenido.
Pero no es el único bien que las nuevas tecnologías pueden hacer por el ser humano. Para los que sufrimos alguna variante de Asperger en mayor o menor intensidad (síndrome que suele afectar a personas de un alto nivel intelectual que se manifiesta principalmente en la dificultad para la interacción social), recursos como el mail o las redes sociales, nos permiten verbalizar sentimientos e ideas escondidos detrás de un teclado, que en persona posiblemente se quedarían encerradas en esa casa sin puertas ni ventanas en que nos convertimos sin ocasiones. Este blog puede ser un ejemplo práctico muy aproximado en algunas ocasiones.
Consiguen también que hombres sin este síndrome (no por tener un nivel intelectual del montón, sino por poseer un gran encanto social), pero que se muestran reservados en lo que a sentimientos personales se refiere, se suelten, se abran más al mundo, llegando incluso a alcanzar momentos de moñez con algunos tweets (sin menoscabo de su virilidad, por supuesto).
No puedo acabar este texto que me ha quedado tan reposado y profundo, si no es con una gran sentencia filosófica. Amigos y amigas, sed ecuánimes con las nuevas tecnologías, críticos con sus defectos y justos con sus bondades.
Os dejo que voy a escribir un tweet de agradecimientos a mis followers, mis unfollowers, a ellos, a ellas, a las flores, al sol, la luna y las estrellas, al milagro de la creación en general.

miércoles, 4 de abril de 2012

Todos Locos


Hace casi dos meses, en uno de mis post, me declaraba no tecnológico, más bien eran mis amigos tecnológicos los que me habían dado ese título, del que me sentía orgulloso. Significaba estar subido al tren del progreso, seguir las nuevas tecnologías, pero sin que se convirtiera en una adicción. No hablaba entonces únicamente en mi nombre, sino en el de una minoría que se siente desplazada por esta nueva especie superior, “los modernitos”.
Hoy tengo que admitir que estoy más cerca de los “modernitos” de lo que pensaba. Empecé a darme cuenta la semana pasada, mientras veía uno de esos concursos de la tele de conocimientos generales (cosas triviales que no sirven para llegar a ser nada en la vida, pero que te pueden dar un pequeño prestigio social entre tus conocidos). Apareció la definición de una patología relativamente reciente, la “nomofobia” o miedo a salir de casa sin el móvil, o simplemente a que se quede sin batería.
Entonces me di cuenta de que sufro de nomofobia. En más de una ocasión, al notar que no llevaba el móvil encima me he vuelto a casa desde el portal y cuando me he quedado sin batería no he visto el momento de volver a casa para poder cargarlo o incluso he pedido un cargador ante la posibilidad de pasarme un día entero sin tenerlo activo. En mi caso, esta angustia es especialmente triste porque apenas recibo llamadas o mensajes cuando lo tengo encendido, así que la posibilidad de que las reciba cuando está apagado y además sean importantes, es ridículo (sobre lo patético de mi vida social hablaré en otro momento).
Pero esa sensación de aislamiento se produce, ese sentirse perdido si tu aparatito no está encendido. Hace no tanto tiempo, decir “me voy de vacaciones para desconectar”, era algo positivo, el objetivo principal de unos días libres. Ahora ese mismo verbo tiene un sentido negativo para la mayoría de la gente, genera ansiedad y angustia no poder estar “conectado”. Para un “modernito”, que todos sus aparatitos se apagaran, sería como el día del Juicio Final.
En este mismo momento escribo desde la casa de mis padres, ya que mi economía no me permite disponer de Internet en casa y prácticamente a diario les visito, motivado más que por la nostalgia del hogar paterno (por feo que resulte decirlo), para consultar el correo, mi cuenta de twitter y sobre todo mis descargas ilegales (quiero tranquilizar a los seguidores de la Ley Sinde que puedan estar leyéndome, solamente me descargo pornografía y es siempre extranjera, los derechos de grandes creadores nacionales como Nacho Vidal, Celia Blanco o los hermanos Lapiedra, están asegurados) que me quitan el sueño y la salud. Soy un roba-conexión confeso, que por sus vídeos de amor femenino es capaz de negarle a su pobre hermano horas de Youtube.
Como decía al inicio, reconozco mi adicción, asumo mi culpa, pero no dejo de pensar en lo que significará esta patología para todos esos “modernitos”, para los que yo vivo en el Pleistoceno tecnológico, para los soy un “antiguo”.
Precisamente publico hoy, la víspera de una mini-vacaciones, en las que la mayoría saldréis de vuestra ciudad o pasaréis mucho tiempo fuera de casa, para que podáis demostrarme que estoy equivocado, no visitando el blog hasta el lunes, lo que significará que si sabéis desconectar.