miércoles, 28 de marzo de 2012

Para ser Pretty Woman hay que tener un buen chulo

Aunque no me caracterizo por ser una persona soñadora, admito que cuando empecé con los monólogos hace más de 3 años, tenía la fantasía de triunfar, entendiendo este verbo como salir en la tele, ser más o menos famoso y acabar ganándome la vida con ello, sin madrugar, trabajando de noche, llevando una vida golfa de artista y tener una cuenta corriente, al menos aseada.
Pensé que este sería un mundo de buen rollo, toda esa gente que se sube a un escenario para hacer reír a los demás, por fuerza cualquiera que intentara entrar, sería recibido con los brazos abiertos, por gente amable, simpática y natural, trabajaría con un grupo de colegas y diría en todas las entrevistas “me pagan por pasarlo bien, soy un privilegiado”.
Pero me equivoqué, es solamente un negocio como otro cualquiera, ocupado por empresas, cuyo único objetivo es conseguir beneficios, los máximos beneficios. Y en este caso es un monopolio, si quieres ser un fulana de lujo de los escenarios, tu chulo será Paramount. Si no llevas su sello o al menos el de “amigo de”, solamente podrás actuar en unas poquitas salas en las que sacarte un ingreso extra que añadir a tu sueldo de administrativo.
Las grandes salas como la Chocita del Loro, se comportan como cualquier empresa, te piden un curriculum (para hacer monólogos, no para servir bebidas o trabajar de contable)  y luego pasan de él. Eso sí, se nota que están en el sector del espectáculo, porque lo hacen con más gracia que cualquier empresa del sector servicios. Primero te dicen “llama a este teléfono y habla con la encargada”, como crees que lo dicen en serio, llamas y después de 6 llamadas, hablas con la encargada, que te dice “ya miro tus videos en youtube y te llamo”, pero no llama, que divertido. Un mes después te dicen (otra persona porque la encargada ya no se pone), “mándanos un DVD y tu curriculum y ya te llamamos” (otro curriculum, deben hacer colección o los utilizan para calzar  las mesas cojas). Por supuesto lo mandas, pero pasan los meses y nada. Así que un día vas al  local,  pensando que al menos tendrán la delicadeza de decirte que no en persona, pero una camarera superborde desde la puerta te dice “la encargada está muy ocupada (debe tener poderes mutantes para saberlo sin preguntarle u órdenes de decir eso a todos los donnadie que van a su prestigioso local)  y si no te llaman es que está todo completo” (¿pero completo de momento o completo hasta el 2123?).
El resto de locales, restaurantes y similares de su franquicia siguen el mismo procedimiento, te ignoran, no contestan a tus mails, ni siquiera para decirte “das asco, antes que contratarte a ti, llevaríamos un show de Arévalo de 4 horas diarias”, igual que en las redes sociales, hasta que un día pones un comentario en su página, mostrando tu disgusto por su comportamiento (siempre con educación, algunos pensamos que humor no es pasarse 30 minutos diciendo, polla, mamada, puta y otras expresiones de la misma sutileza), casualmente 5 minutos después (5 minutos y 2 meses después de tu primer mail), responden diciendo “que claro que habían tenido en cuenta tu petición, pero desgraciadamente ese tema no lo llevan ellos, sino una empresa que se lo gestiona”.
Claro que mandé un DVD y mi curriculum a Paramount,  como todos, esperando que me admitieran en su seno hace varios meses, pero supongo que era tan malo el material que no merecía ni siquiera una respuesta. Sus grandes estrellas no responden a mis tuits, normal, con tantos miles de seguidores, aunque si les pregunto por una de sus actuaciones, entonces si tienen tiempo para bajar de su de trono dorado y contestarme al instante.
Llevo años escuchando a bastante gente, y sé que algunos de ellos son sinceros porque cuando no les gusta me lo dicen también, que les gustan mis monólogos, que les gustaría ver más, que me dicen que mande mis vídeos a Paramount que seguro que me fichan, que no entienden como no estoy en ese mundo, teniendo en cuenta el nivel de algunos de los que sí están. En algunos casos, no es una cuestión de talento, sino de quién es tu representante, como con los futbolistas.
Soy realista, no me considero un genio, posiblemente no doy el nivel para codearme con la nobleza del humor , no pasaré de artistita de salas pequeñas (pero muy dignas), no saldré en el Club de la Comedia, no tendré programa propio de éxito, ni podré ser la imagen de la próxima campaña del PSOE.
Entiendo que me rechacen, pero no acepto que me tomen el pelo.

viernes, 23 de marzo de 2012

Parejas

Todos los solteros, utilizamos siempre un mantra defensivo, especialmente cuando nos vemos rodeados de parejas felices: “no me cambiaba por ninguno de vosotros, ya os gustaría tener mi libertad, yo no tengo que pedirle permiso a nadie, hago siempre lo que quiero”. Y es cierto, un soltero hace siempre lo que le da la gana, solo.
Así que me quito la careta y admito que en muchas ocasiones envidio a las parejas, aunque en otras, menos, sí que me alegro de no estar en su pellejo, es que soy muy sensible y las discusiones me afectan mucho.
Y si les envidio en algo, es principalmente en su complementariedad. No creo en eso de la media naranja, del alma gemela, me parece demasiado melodramático y muy restrictivo, si la encuentras, sabes en el fondo de tu alma que es ella y la pierdes, significa que el resto de tu vida serás desgraciado porque no tienes más oportunidades, tu tren se escapó y ya no pasará ninguno más por la estación. Demasiado rollo Crepúsculo para mi gusto.
Pero sí creo en ese equilibrio, que es la base de la pareja, que la balanza esté siempre lo más cerca posible del centro, que siempre sean “nosotros”, más que “tú” o “yo”. Eso es solamente posible con mucha flexibilidad y capacidad de adaptación. No conozco ninguna pareja en la que las dos personas coincidan en todo, gustos, aficiones, manías, tendencia política. Si conocéis alguna pareja así, desconfiad, lo más seguro es que sean los primeros en separarse, porque era mentira y su perfección era un engaño o porque acaben cansados de no tener una sola conversación en la que no estén de acuerdo, que debe ser aburridísimo, con lo interesante que es el debate, sobre todo cuando ganas.
Como decía, todas esas parejas se basan en complementarse. Si a uno le gusta el fútbol y los videojuegos, a otro le gusta la fotografía, así que mientras uno se pasa el Uncharted 2 o sufre con su equipo, el otro edita unas fotos que todo el mundo admira. Si a uno le gusta Bustamante y a otro le gusta Sabina, van juntos a los conciertos, incluso hacen cola para que el otro se haga una foto con su cantante favorito que después colgará en su perfil de Facebook o Twitter. Después de varios conciertos, acaban pensando que, aunque se siguen quedando con el suyo, el otro es mejor de lo que pensaban antes, hasta se aprenden alguna canción, cosa que negarán en público por supuesto. A lo que hay que sumar las cosas que sí comparten y disfrutan con la misma intensidad, como la música indie española o el Real Murcia C.F..
Para los hombres con pareja que a veces, cuando vuestras “mujeres” no están delante y nos decís cuanto nos envidiáis, no cuela. Tened en cuenta, que el tiempo que compartís con ellas, nosotros los solteros libres como el viento, lo dedicamos a consumir pornografía (este consumo no se limita a los 45 segundos de visionado, hay que sumarle las horas de descarga, de selección de filmografía para cada sesión, de revisión y depuración de listados, abastecimiento de papel higiénico).
Cualquier momento con ellas, merece más la pena para vosotros, aunque os cueste decírselo. Y para las escenas X, la práctica es siempre mucho mejor que la teoría.

martes, 20 de marzo de 2012

Yo Nunca

Todo el mundo suele tener un juego o actividad para la que el Señor no le dotó. Haga lo que haga, por más que se esfuerce, entrene o lo intente, esta negado. El mus, porque en la Facultad estabas más tiempo en clase que en la cafetería (hay gente así), el Trivial porque decidiste que lo que te enseñaban en el colegio no merecía la pena retenerlo, cualquier actividad física, porque siempre has pensado que desde el sofá se disfruta mucho más del deporte.
En mi caso, mi problema de falta de aptitud, es con un juego que seguro que todos conocéis, el “Yo nunca”. Las tres motivaciones de este juego son: emborracharse, conocer secretos íntimos de los demás y hablar de proezas sexuales. Por si alguien no conoce el funcionamiento, consiste en que uno de los jugadores dice algo que ha hecho, pero empezando la frase con “yo nunca” (no tiene lógica, pero tened en cuenta que es un juego vinculado al consumo de alcohol). Todos los que hayan hecho alguna vez lo mismo que ese jugador, deben beber. Lógicamente, como en cualquier juego de honor, no vale mentir.
Yo no disfruto bebiendo, porque extrañamente todas las combinaciones que he probado me saben a lo mismo: alcohol. No soy de la liga antialcohólica, me tomo alguna cerveza y a veces un par de copas, pero no más. No me gusta saber nada de los demás que no quieran contarme voluntariamente, por muy jugoso que pudiera ser. Sexualmente soy muy soso, nunca he hecho tríos, nunca me lo he montado en la sección de congelados del supermercado, nunca lo he hecho con seis personas distintas la misma noche, nunca he tenido sexo a 10 mil metros de altitud, nunca me he tragado el semen de nadie, nunca lo he hecho con animales, nunca he roto camas ni otros muebles tras un arrebato sexual, nunca he mantenido relaciones con personas menores de 12 ni mayores de 80. He tenido relaciones sexuales intensas y muy satisfactorias, pero ninguna serviría de inspiración para una película de Nacho Vidal.
Así que soy el modelo de anti jugador. No aporto nada al juego y el resto de jugadores opinan lo mismo que yo, aunque la mayoría no lo diga.
Pero se me ha ocurrido una idea para que la próxima vez que me encuentre en una situación similar, pueda ser útil. Estoy intentando contactar con la Federación Internacional del Yo nunca, para sugerirles la creación de una nueva figura: el árbitro o moderador.
No tengo ninguna duda de su importancia, ya que aunque todo el que juega es sin duda persona liberal, moderna y abierta, a la mayoría de la gente no le hace tremendamente feliz escuchar y menos con público, las peripecias sexuales de su pareja actual con otras parejas, menos aún si esa pareja anterior es uno/a de los jugadores, porque esas cosas pasan. También puede ocurrir que se te escape algo a las cuarta copa, que esa persona especial, tu media naranja, atendiendo al principio básico de confianza plena de la pareja debería saber y no te acordaste de contarle, como aquel simpático desliz con su mejor amiga/o o aquella temporada que experimentaste con personas de tu mismo sexo, individual o grupalmente.
A pesar del ambiente distendido y de buen rollo que rodea a este juego, ese tipo de confesiones pueden generar algunos momentos de tensión y la figura del moderador estoy seguro que podría contribuir a bajar de nuevo la temperatura y continuar con la fiesta sin problema.
Tanto creo que en esta figura, que incluso me lo he planteado como futuro profesional, en estos momentos de dificultad, donde el pensamiento emprendedor es fundamental, me veo dedicando el resto de mi vida a la mediación profesional. ¿Hay manera más bonita de realizarse profesionalmente que a través de los secretos oscuros e inconfesables de los demás?.

jueves, 15 de marzo de 2012

Insatisfacción


Soy un gran fan de Woody Allen y no lo digo para parecer culto e interesante, es de verdad. En sus últimas películas, en mi opinión, incide en un tema común: la insatisfacción. Las personas tendemos a la infelicidad porque siempre deseamos lo que no tenemos, no somos conscientes de las cosas buenas que tenemos alrededor, hasta que las perdemos, y entonces ya es tarde. Sufrimos por lo que no tenemos y cuando lo conseguimos, sufrimos por lo que teníamos.
Estoy absolutamente de acuerdo con él. Aunque mucha gente defiende la visión positiva de la vida, somos tendentes a la queja permanente.
Nunca escucharás un comentario sobre el tiempo que no sea negativo, da igual la estación del año. En invierno todo el mundo dice “ojalá se acabe pronto este frío y llegue el calor, que parece que estamos en Siberia” y ponen la calefacción a tope. Pero si un mes después la primavera se adelanta y durante tres días tenemos 22 º, entonces, los mismo que tiritaban dirán “uff que agobio, no hay quien pueda con este calor” y pondrán el aire acondicionado a 18 º. Si llueve es un tiempo asqueroso y todo el mundo lo odia porque no se puede salir a la calle y te ves obligado a quedarte en casa y aguantar a tu pareja. Si no llueve, supone que habrá sequía y la gente se queja porque sin agua no se puede vivir.
Muchas personas se quejan amargamente de su soltería, aburren a sus amigos y familiares con lamentos sobre su desgracia, lo mal que le trata el destino a él/ella, con todas las cosas que tiene para ofrecer a los demás y lo feliz que podría hacer a otra persona si el azar cruel se lo permitiera. Si un día el destino se muestra clemente y le concede esa oportunidad, entonces, esa misma persona que deseaba compartir su amor, se agobia por las obligaciones, los compromisos, los sacrificios, todos los días añora su feliz soltería cuando no tenía que rendir cuentas a nadie. Rompe esa relación, pero tampoco es feliz, porque inmediatamente se arrepiente de la decisión, quiere volver, pero es tarde, viendo de nuevo la soltería como el infierno en la tierra, al que estarán condenados por el resto de sus días.
Siempre queremos un Iphone, un ordenador, una tablet, un coche, una televisión HD FULL 10000HZ, una casa, mejores que los que tenemos. Después de sufrir ahorrando durante años para llegar a tenerlos, quejándonos de cuantos sacrificios debemos hacer por un poco de felicidad, en ese mismo momento en que los tocamos por primera vez, empezamos a pensar en que antes de que nos demos cuenta se quedarán anticuados y solamente deseamos que saquen un modelo actualizado lo antes posible para acabar con esa desazón, aunque para ello haya que ahorrar otros 10 años o pedir préstamos.
Muchos dicen que eso es normal, porque el ser humano para evolucionar, ser mejor, debe ser perfeccionista, aspirar siempre a más, no estar nunca satisfecho. Yo creo que somos bastante estúpidos y no entendemos que la felicidad es mucho más sencilla que todo eso. Y lo dice un tipo que se define “razonablemente infeliz”.

lunes, 12 de marzo de 2012

Estoy hecho un zascandil

Si fueras mujer y una noche me conocieras en una fiesta, quizá podrías sentir interés por conocerme. Empezaríamos con una conversación protocolaria, sobre gustos y aficiones, llegando a "dime tu libro y tu película favorita", cuya respuesta sería "mi libro, Cumbres Borrascosas y película, Tierras de Penumbra", con lo que rápidamente entenderías que el adjetivo "alegre" no es el más adecuado para definirme. Aunque probablemente no llegaríamos a tener esa conversación, porque alguno de mis "amigos" te habría contado eso y cosas peores de mí antes de que pudiéramos hablar. Son los mismos que después me dicen "no entiendo como estás soltero, con la de cosas que tienes para ofrecer".

Así que entenderéis que no tenga espíritu viajero. Esta mañana un compañero me ha preguntado, "¿qué has hecho este finde?", "he ido a Londres al concierto de Vetusta Morla", "no, en serio, ¿qué has hecho?". Pero es cierto, gracias a esos amigos he hecho algo que solo nunca me hubiera planteado. Yo no quería, pero me insistieron con pasión y cariño, me hicieron ver que era indispensable (¿quién si no se encargaría de sujetar los bolsos y cigarros de las chicas mientras se hacen fotos con el resto de los chicos del grupo?).

Admito que me ha gustado mucho Londres. Los ingleses son gente agradable, pero raros.

Son parte de Europa, pero tienen su propia moneda, con mayor valor que el Euro claro. Te cobran por todo, hay tornos hasta en los baños públicos. Conducen por le lado contrario al resto, no por que se crean mejores, sino para que todo el que vaya a su país pensando en quedarse un tiempo, tenga que comprar un coche de fabricación nacional. Esto se llama visión de mercado.

Sin embargo, a esa visión comercial se les escapó uno de los ámbitos económicos más importantes: el sector hostelero. Si un inglés emprendedor pensara "tengo la idea perfecta para un negocio, me iré fuera y montaré un restaurante de comida típica inglesa, me voy a forrar", no podría, porque no tienen de eso. Bueno, tienen el "Fish and Chips", pero la "tosta de trozo de pescado frito con patatas grasientas sobre lecho tibio de periódico del día", no parece un producto muy exótico.

Aunque nosotros nos creamos modernos y multiculturales por tener Lavapiés y la Latina, Londres parece un enorme Lavapiés, donde todo el mundo se mezcla y nadie se siente diferente. Pero a pesar de su modernidad, tienen una auténtica pasión por la moqueta, elemento casero que en nuestro país solamente podría verse hoy en día en un capítulo de la Primera Temporada de "Cuéntame".

Londres es la ciudad del mundo con más estadios de fútbol por metro cuadrado y después de dos días dando vueltas por toda la ciudad, no he podido ver uno ni siquiera de lejos. Mucho Abadía de Westminster, Big Ben y Trafalgar Square, pero nada de Stamford Bridge o White Hart Lane.

Pero sí, es una ciudad interesante que merece la pena conocer. Seguro que volveré, si mis amigos necesitan a alguien que les lleve las maletas.

viernes, 9 de marzo de 2012

Todo depende del color... III

Salí a la calle consumido por una fuerza desconocida para mí, la confianza. Esta vez no dudaría, me plantaría frente a frente con mi destino y le diría “aquí estoy, sí, quiero ser feliz, no me da miedo”.
En el autobús, de camino al barrio de mi adorada Cris, fui repasando una y otra vez lo que le diría, mi discurso de amor. Cuanto más lo repetía, más me parecía que el propio Cyrano de Bergerac era un torpe jovenzuelo a mi lado. Sería el broche de oro a un momento de mi vida que nuca olvidaría, que pasado el tiempo podría compartir con los demás, como hago hoy, sabiendo que llevaría la emoción e incluso el llanto a todo el que lo escuchara.
Aunque solamente lo susurraba, ya que no quería provocar una cadena de desmayos de todas las mujeres del autobús, la señora que estaba sentada a mi lado, supongo que debido a que las mujeres mayores están acostumbradas a hablar muy bajito, debió escucharme, porque al levantarme de mi asiento para bajar del autobús, me agarró del brazo y con los ojos húmedos, me dijo: “hijo, ella es una mujer muy afortunada”.
Al verla, aún desde lejos, en el sitio que habíamos quedado, tuve que detenerme para observarla unos segundos. Nunca había estado tan bella. Yo también era un hombre muy afortunado, un poquito menos que ella.
Me acerqué lentamente, me vio, sonrió y lo primero que me dijo fue: “¿no le habrá pasado nada a Pedro después de la cena, no?”. Que persona tan excepcional, a un paso de alcanzar la felicidad suprema y ella se preocupaba por el estado de un simple compañero de clase.
Fuimos a un VIPS`S, donde habíamos compartido tantos cafés y profundas conversaciones. Ella pidió un café con leche y yo también (en una situación normal me hubiera pedido las tortitas o la mousse de chocolate, pero no era el momento de comer, sino de amar). Tomé aire y le dije: “Cristina, quería hablar contigo, porque estás últimas semanas han sido muy especiales para...”
Solamente pude llegar hasta ahí, ya que mi Cris me cortó diciéndome: “ya sé lo que quieres decirme y no puede ser”.
No creáis que me dejó así. Me contó que ella tenía una preciosa historia de amor, de película, con una migo de su hermano, que era músico y llevaba un año estudiando en Italia. Antes de partir, se prometieron, en nombre de su profundo amor, que se esperarían, no habría hombre ni mujer en el mundo que pudiera romper su unión. Pero esperaba que pudiéramos ser amigos.
Un mes después de aquella conversación, se lió con Pedro, mi compañero de la Facultad.
Tengo más historias, pero si queréis leerlas, tendréis que comprar el libro.
También he tenido algunas positivas, mujeres interesadas en mí (en serio), interés que yo no veía hasta que me daba en las narices, convencido de que no era posible. Con estas historias me daría solamente para un relato corto, pero bonito.

jueves, 8 de marzo de 2012

Todo depende del color ... II

Hasta la Universidad no volvió el amor a mi vida. Fue con Cristina, una mujer dulce, inteligente y bellísima.

La conocí por un compañero y nada más verla, el mundo se detuvo, aún conservo un hueco en mis apuntes de Mundo Extraeuropeo del S.XVI de aquel inolvidable día.

Desde aquel momento decidí que haría todo lo posible por conquistarla, ella era la felicidad que yo anhelaba y merecía. Empecé a coincidir en todas las clases que podía con ella, me aprendí sus horarios y la esperaba en los pasillos leyendo algún libro gordo de Proust, Kafka o Jane Eyre, por cubrir todo el espectro de la intelectualidad y la sensibilidad (espero que todo esto también parezca romántico y no psicopático).

Muchas tardes hablamos antes de clase, bueno ella hablaba y yo me limitaba a asentir, prendado de su intelecto y también del resto de su persona, especialmente porque ya era primavera.

Por fin un día, se hizo la luz, me dijo "te dejo mi teléfono y quedamos algún día para tomar algo fuera de la Facultad". Eso tenía que significar algo, no podía ser algo casual. Consulté a mis compañeros y sobre todo a mis compañeras, porque una mujer siempre sabe lo que piensa otra mujer. Ellos y ellas me dijeron lo mismo: tenía buena pinta.

Como me apreciaban, decidieron organizar una cena-señuelo, con el único motivo de que yo luciera mis mejores galas (son muchas las personas que piensan que llevo los chalecos con elegancia y estilo), en un entorno positivo, con personas dispuestas a mentir por mí, con consumición de alcohol, lo que también podía ayudarle a ver con mas claridad todas mis virtudes.

Fue una noche mágica, cada segundo, cada conversación y el remate fue cuando una de mis compañeras me confesó que había estado hablando con ella y lo veía claro.Era la noche, el momento y no podía dejarlo pasar. Todos se fueron retirando sutilmente, hasta que nos quedamos tres y yo me ofrecí a llevarla a casa. Paré el coche delante de su portal y como un ángel bajado del cielo, me dijo "si no tienes más que decir,me voy". Por supuesto, no tuve nada que decir, así que se fue.

Nunca he sufrido nunca el reproche y el remordimiento como ese fin de semana, arrepintiéndome de mi cobardía. El domingo no pude más, la llamé y después de 4 llamadas, al fin cogió el teléfono. Le dije que necesitaba quedar con ella y accedió. Era mi momento.

Continuará...

miércoles, 7 de marzo de 2012

Todo depende del color del cristal con que se mira

Mi primer amor, pre-adolescente, se llamaba Virginia. Yo tenía 14 años y ella 13. Era mi primer contacto con mujeres (yo estudié 12 años en un colegio religioso, rodeado de compañeros), gracias a la Academia de Inglés y la cariñosa preocupación de mi madre por mi pobre nivel de inglés.
Vivíamos cerca, así que además de la clase, compartíamos el viaje de vuelta en autobús. Nunca antes me había parecido tan bonito ese recorrido, las calles del Puente de Vallecas no tenían esa luz, ese color, esa magia, si no las recorríamos juntos.
Al final del curso, estaba convencido de que ella sentía lo mismo que yo, la complicidad, ese chispazo al mirarla, que el viernes por la tarde era el mejor día de la semana. Con una gran habilidad, impropia de mí, al menos en estos terrenos sentimentales, torpeza que mantengo en la actualidad, le pedí el teléfono, para “estar en contacto”. Un plan maestro.
Pero mi decepción fue mayúscula, cuando en ese teléfono se ponía un señor que me decía que aquello no era un domicilio particular, sino una tienda. Seguro de que había cogido mal su número. Hice un máster de probabilidad con los números que tenía en combinaciones de elementos infinitas, sin resultado. Como conocía su barrio, la busqué sin descanso, bloque por bloque, pero no la hallé. Un final dramático.
Por supuesto no la olvidé, su recuerdo me acompañó siempre, lo que pudo ser, nuestra vida feliz en común, un futuro vital completo. Aunque tuve cientos de oportunidades, me mantuve fiel, era demasiado importante como para ensuciar la espera con aventuras de sexo salvaje de una sola noche.
Y un día mi fidelidad tuvo premio, unos 10 años después, estaba en mi portal, esperando el ascensor. La reconocí al instante a pesar del tiempo pasado, pero no fui capaz de decirle nada por la emoción. Vi en que piso se bajaba y al día siguiente, en otro despliegue de astucia, conseguí confirmar con el vecino al que había visitado, que era ella.
Enorme fue mi alegría, cuando me contó que era de su grupo de teatro, que se reunían todos los domingos en un colegio enfrente de mi casa. Por una vez, bendije la enseñanza pública. La película tendría final feliz.
El domingo siguiente fui al colegio, más nervioso que antes de una final de Champions del Madrid. Por fin llegó el momento, la vi, me vio, me presenté... y no se acordaba de mí. Fue correcta, educada, amable y nada más. Era feliz con su vida, su trabajo, el teatro y su novio.
Cualquier otra persona, pensaría que nuca hubo nada entre nosotros, que todo fue una ilusión, una invención de mi imaginación. Pero yo sé que no es así, que al irme del colegio, inventó alguna excusa para irse a un lugar solitario y allí lloró amargamente por el amor de su vida perdido por culpa del azar. Esto es a lo que se llama final alternativo.

sábado, 3 de marzo de 2012

Perplejidad

Mi idea inicial cuando comencé con este blog, era simple, intentar compartir con vosotros mis pensamientos e inquietudes, tratando con ello de provocaros alguna sonrisa y quien sabe, incluso alguna reflexión.

Hoy posiblemente este post no quede muy divertido, y quizá algunos no estaréis de acuerdo con él, pero de todas maneras, allá voy.

Esta semana he escuchado las noticias sobre la mas que probable huelga general, para el domingo 11 de Marzo. En el caso de Madrid coincide con el aniversario de un día muy triste para mucha gente, lo que en mi opinión denota falta de sensibilidad. Pero lo que más me asombra, es el motivo por el que los sindicatos no pueden posponer esa manifestación al fin de semana siguiente: que caería en puente y la asistencia sería menor.

Como ciudadano de a pie, no experto en temas políticos y sociales, mi sensación al oír esto, es que los derechos de los trabajadores son sagrados, irrenunciables, fundamentales, salvo si caen en puente.Supongo que el derecho a cogerse un puente, es prioritario al derecho de encontrar un empelo. Yo soy un privilegiado, tengo un trabajo fijo desde hace casi 5 años, pero si preguntara a alguno de mis amigos que no tienen la misma suerte, a pesar de sobrarles preparación y ganas de trabajar, quizá no les parecería que esos señores que salen a la calle con pancartas y silbatos, no les están representando como se merecen. Si no salimos a la calle a manifestarnos, somos un rebaño de ovejas sometidos al gobierno, pero ellos, grandes revolucionarios, no pueden perderse un puente

Principalmente porque este no ha sido un problema de generación espontánea, no nos levantamos un día con más de 5 millones de parados, sin embargo en estos años de aumento progresivo del desempleo, no han salido a la calle como ahora, no han protestado, supongo que pensaron en hacerlo muchas veces, pero todas caían en puente, Semana Santa, verano o en Diciembre, que es un mes fatal con tantos festivos para manifestarse. Les entiendo, a ver quien es el guapo que le dice a su pareja "cariño, anula la semana romántica en Punta Cana, que tengo que defender los derechos de los trabajadores", aunque ese sea tu trabajo.

No me gusta la Reforma Laboral, sobre todo porque creo que los señores de la CEOE se están frotando las manos pensando en lo genial que será el despido tan baratito cuando las cosas mejoren y ellos tengan beneficios, pero en este momento, gracias a la brillante gestión de nuestros políticos estos últimos 3 años, del gobierno central y autonómicos, preocupados en enriquecerse y salir en las fotos (sin distinción de partidos) en vez de gestionar, es necesaria.

jueves, 1 de marzo de 2012

Inseguridad


A nadie le gustan los espejos. Cuando nos miramos, todos nos vemos mal, incluso los que se paran a mirarse y parece que están encantados, esos son los que más sufren.
Porque todos somos inseguros, estamos convencidos de que somos seres repletos de imperfecciones, productos defectuosos de serie que deberían haber tirado a la basura.
Por eso no nos gusta vernos reflejados, la gran mayoría esquivamos las fotos, los vídeos familiares o de viajes con amigos y siempre que nos cazan, salimos con cara de espanto, precisamente pensando en que después todos nos verán y nos señalarán con el dedo.
Tratamos de engañarnos, nos decimos “si estoy muy bien para mi edad”, “no soy yo, es el metabolismo que me ha cambiado”, “hay estudios que dicen que los calvos son sexys”, “los médicos dicen que mucho deporte no es sano”. Pero sabemos que aquel o aquella que estaba al otro lado del espejo cuando teníamos 20 años, se ha ido para siempre.
Por supuesto, lo mal que nos vemos a nosotros mismos, es inversamente proporcional a lo bien que vemos a los demás cuando nos comparamos con ellos. Todos son más altos, más guapas, más cachas, más atractivas, más divertidos, más inteligentes, más populares, más interesantes. Sea cual sea el terreno en el que nos comparamos, siempre perdemos nosotros.
Y lo peor es que no es cierto. Pensamos que lo que vemos cuando nos miramos es lo que todos ven, pero no es así. Sufrimos del mismo efecto que los espejos deformantes del Parque de Atracciones, esos en los que nunca te ves como eres, te ves muy delgado, muy bajo, muy gordo, muy feo.
Así que llevados por el pánico, hacemos todo lo posible para volver a vernos igual que antes y lo único que hacemos es estropear el producto original.
Maltratarnos en los gimnasios, ya que pensamos que a mayor sufrimiento, mayor recompensa. En unos años, los gimnasios se sustituirán por salas de torturas y muchos de sus usuarios no se darán cuenta del cambio.
Enchufarnos tratamientos de rayos uva, para estar morenos todo el año, aunque el resultado real suele ser parecer una zanahoria con patas todo el año.
Operaciones de todo tipo: pechos, nalgas, pómulos, lifting, liposucción. El objetivo: dejar de ser nosotros, esa cosa deforme y horrible, para convertirnos en muñecos de látex. Cuanto antes empecemos mejor. Hoy en día, cada vez más adolescentes en vez de  una moto o un coche, piden aumentos de pecho y tratamientos de botox para su cumpleaños.
Dietas de todo tipo, habitualmente consistentes en dejar de comer o tomar productos “sanos”, que hacen que la comida, en vez de ser un placer, se convierta en un castigo. Que el chocolate, el jamón serrano o una cerveza fría, dejen de ser algo deseable y pasen a ser veneno.
Con este panorama, yo lo tengo claro, prefiero verme como soy, imperfecto pero con encanto, que verme un día perfecto en un espejo y no reconocerme.