jueves, 12 de abril de 2012

Filosofía de ascensor


Creo que no soy el único que no se siente cómodo en un ascensor. No por sufrir claustrofobia, sino por compartir ese trayecto, que suele hacerse mucho más largo de lo que es en realidad, con personas en muchas ocasiones prácticamente desconocidas o con las que tu única relación es precisamente esos viajes en ascensor.
No soy un gran conversador, menos aún en 4 metros cuadrados. Pero sé que no soy el único que se siente incomodo, son otros los que miran al suelo, o fijan la mirada en el contador del piso, como si por un momento se pudieran convertir en Uri Geler (para los jóvenes, era un supuesto mentalista que se hizo muy famoso en el país en los años setenta, cuando Iñigo aun tenía pelo) y conseguir que el ascensor subiera más rápido, incluso los que utilizan el móvil (otro día hablaré de los usos realmente útiles del móvil) para no ser abordado por algún vecino conversador.
Porque también existen personas que dentro de un ascensor se encuentran en su salsa, disfrutan de esa situación, hasta pueden estar esperando durante horas en la puerta del ascensor hasta ver llegar a sus presas. Normalmente son jubilados o gente con mucho tiempo libre, por lo que pueden dedicarse a jornada completa. Si se hiciera un top con las personas que más kilómetros hacen en el ascensor, como con los futbolistas, serían siempre los primeros.
Son personas de ingenio y rapidez de respuesta, para cada situación tienen una frase distinta. Si el ascensor va lleno, “muy bien, así aprovechamos el viaje, que ahora con lo de los recortes hay que ahorrar todo lo que se pueda”, perfecta, un clásico actualizado. Si te toca subir solo con él/ella, entonces recurrirá a otro clásico “como vamos ligeritos, seguro que llegamos antes”.
El tema estrella es sin ninguna duda, el tiempo. Un ganador seguro, que todo el año da juego, el frío y la nieve en invierno, el calor abrasador del verano, las lluvias locas de la primavera, los cambios inesperados del otoño. Gracias al cambio climático, se ha introducido un nuevo elemento, el carrusel climatológico, que hace que el invierno pueda ser cálido y la primavera seca, el otoño cálido y el invierno frío a ratos y cálido a ratos, lo que evita la monotonía.
Si el tema climático ya se ha explotado antes de que pudieran intervenir, están preparadas para esta eventualidad y siempre tienen frases recurrentes que pueden meter en cualquier momento como "¿qué tal está tu hermano?", "¿terminaste ya la carrera?, "vienes de currar, ¿no?.
En mi caso, hace tiempo opté por subir por las escaleras, lo que me evita esos viajecitos y además me está dejando unas nalgas duras como el acero. En vez de quedar como un antisocial, quedo como un deportista. Lo que se comente de ti en las escaleras y rellanos, es importante.
Sin embargo, hace un par de días, como venía cargado, no tuve más remedio que coger el ascensor y subir con una vecina. Por supuesto, el tema fue el tiempo, que estaba cubierto pero no quería llover, lo necesaria que era la lluvia para el campo, para los animales y para las personas y antes de bajarse, dijo “donde no hay agua, no hay vida”. Esa última frase me dejó impresionado, no era un comentario superficial e improvisado, era una reflexión profunda sobre un tema de futuro. A lo mejor estaba equivocado y el ascensor puede ser un lugar interesante, creo que volveré a utilizarlo, de vez en cuando, no quiero perder mis glúteos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario