Para ser justo y
equilibrar la visión que he dado en varios de mis escritos anteriores de las
nuevas tecnologías, debo decir que también pueden servir para cosas positivas.
Puede servir para volver a
tomar contacto con amigos que el tiempo y la distancia habían dejado perdidos,
a lo que nosotros ayudamos cono todo eso de “es que estoy superliado, no tengo
tiempo para nada en toda la semana, he pensado mil veces mandar un mail, pero
siempre me surge algo y se me pasa”. Con ese mantra pasan los meses, incluso
los años, hasta que un día te lo encuentras por Facebook o Twitter, volvéis a
quedar, a veros, recordar el pasado y entonces piensas “¿por qué habremos
estado tanto tiempo sin saber nada el uno del otro?, que pérdida de tiempo”.
Porque no hay ningún motivo
lógico para todo ese tiempo con una amistad en “pause”. Si vuelves a tomar
contacto, quiere decir que no hubo nada que motivara la distancia, nada
negativo, ninguna puñalada, o en ese caso no suele haber pegamento que
recomponga lo que se ha roto.
Una mudanza a otro barrio u otra ciudad, que aleja
a amigos de la infancia, con los que compartes muchas primeras experiencias, o
amigos de verano, cuando las vacaciones eran de dos meses en la playa o el pueblo,
suficiente para que pasaran mil aventuras, concepto de vacaciones que 20 años
después es algo casi mitológico, olvidado ya.
Conozco más de un caso de
esas características, que gracias a las redes sociales, han retomado esa
amistad, con la satisfacción plena de ambas partes. En mi caso también puedo
aportar un testimonio personal muy positivo. Gracias a Twitter he podido volver
a ver a uno de esos amigos de verano, con el punto extra de que además me ha
permitido conocer a su novia que es un lujazo de persona (él también es buena
gente, a pesar de ser del Barca).
Es posible que con la edad
desarrolles una percepción de la amistad más precisa, más reducida, menos de
Facebook y más de contar con los dedos de las manos y aprecias con más
intensidad estos reinicios. Creo que el clásico “más vale tarde que nunca” en
esta ocasión no es una frase hecha sin contenido.
Pero no es el único bien
que las nuevas tecnologías pueden hacer por el ser humano. Para los que sufrimos
alguna variante de Asperger en mayor o menor intensidad (síndrome que suele
afectar a personas de un alto nivel intelectual que se manifiesta
principalmente en la dificultad para la interacción social), recursos como el
mail o las redes sociales, nos permiten verbalizar sentimientos e ideas
escondidos detrás de un teclado, que en persona posiblemente se quedarían
encerradas en esa casa sin puertas ni ventanas en que nos convertimos sin
ocasiones. Este blog puede ser un ejemplo práctico muy aproximado en algunas
ocasiones.
Consiguen también que
hombres sin este síndrome (no por tener un nivel intelectual del montón, sino
por poseer un gran encanto social), pero que se muestran reservados en lo que a
sentimientos personales se refiere, se suelten, se abran más al mundo, llegando
incluso a alcanzar momentos de moñez con algunos tweets (sin menoscabo de su
virilidad, por supuesto).
No puedo acabar este texto
que me ha quedado tan reposado y profundo, si no es con una gran sentencia
filosófica. Amigos y amigas, sed ecuánimes con las nuevas tecnologías, críticos
con sus defectos y justos con sus bondades.
Os dejo que voy a escribir
un tweet de agradecimientos a mis followers, mis unfollowers, a ellos, a ellas,
a las flores, al sol, la luna y las estrellas, al milagro de la creación en
general.
No hay comentarios:
Publicar un comentario