martes, 20 de marzo de 2012

Yo Nunca

Todo el mundo suele tener un juego o actividad para la que el Señor no le dotó. Haga lo que haga, por más que se esfuerce, entrene o lo intente, esta negado. El mus, porque en la Facultad estabas más tiempo en clase que en la cafetería (hay gente así), el Trivial porque decidiste que lo que te enseñaban en el colegio no merecía la pena retenerlo, cualquier actividad física, porque siempre has pensado que desde el sofá se disfruta mucho más del deporte.
En mi caso, mi problema de falta de aptitud, es con un juego que seguro que todos conocéis, el “Yo nunca”. Las tres motivaciones de este juego son: emborracharse, conocer secretos íntimos de los demás y hablar de proezas sexuales. Por si alguien no conoce el funcionamiento, consiste en que uno de los jugadores dice algo que ha hecho, pero empezando la frase con “yo nunca” (no tiene lógica, pero tened en cuenta que es un juego vinculado al consumo de alcohol). Todos los que hayan hecho alguna vez lo mismo que ese jugador, deben beber. Lógicamente, como en cualquier juego de honor, no vale mentir.
Yo no disfruto bebiendo, porque extrañamente todas las combinaciones que he probado me saben a lo mismo: alcohol. No soy de la liga antialcohólica, me tomo alguna cerveza y a veces un par de copas, pero no más. No me gusta saber nada de los demás que no quieran contarme voluntariamente, por muy jugoso que pudiera ser. Sexualmente soy muy soso, nunca he hecho tríos, nunca me lo he montado en la sección de congelados del supermercado, nunca lo he hecho con seis personas distintas la misma noche, nunca he tenido sexo a 10 mil metros de altitud, nunca me he tragado el semen de nadie, nunca lo he hecho con animales, nunca he roto camas ni otros muebles tras un arrebato sexual, nunca he mantenido relaciones con personas menores de 12 ni mayores de 80. He tenido relaciones sexuales intensas y muy satisfactorias, pero ninguna serviría de inspiración para una película de Nacho Vidal.
Así que soy el modelo de anti jugador. No aporto nada al juego y el resto de jugadores opinan lo mismo que yo, aunque la mayoría no lo diga.
Pero se me ha ocurrido una idea para que la próxima vez que me encuentre en una situación similar, pueda ser útil. Estoy intentando contactar con la Federación Internacional del Yo nunca, para sugerirles la creación de una nueva figura: el árbitro o moderador.
No tengo ninguna duda de su importancia, ya que aunque todo el que juega es sin duda persona liberal, moderna y abierta, a la mayoría de la gente no le hace tremendamente feliz escuchar y menos con público, las peripecias sexuales de su pareja actual con otras parejas, menos aún si esa pareja anterior es uno/a de los jugadores, porque esas cosas pasan. También puede ocurrir que se te escape algo a las cuarta copa, que esa persona especial, tu media naranja, atendiendo al principio básico de confianza plena de la pareja debería saber y no te acordaste de contarle, como aquel simpático desliz con su mejor amiga/o o aquella temporada que experimentaste con personas de tu mismo sexo, individual o grupalmente.
A pesar del ambiente distendido y de buen rollo que rodea a este juego, ese tipo de confesiones pueden generar algunos momentos de tensión y la figura del moderador estoy seguro que podría contribuir a bajar de nuevo la temperatura y continuar con la fiesta sin problema.
Tanto creo que en esta figura, que incluso me lo he planteado como futuro profesional, en estos momentos de dificultad, donde el pensamiento emprendedor es fundamental, me veo dedicando el resto de mi vida a la mediación profesional. ¿Hay manera más bonita de realizarse profesionalmente que a través de los secretos oscuros e inconfesables de los demás?.

1 comentario:

  1. Yo nuncaaaaa.... dejaría que Óscar fuera el árbitro en mi juego... ¿bebes o pasas?

    ResponderEliminar