sábado, 14 de enero de 2012

La invasión silenciosa

Es mi deber informaros de algo que para la mayoría parece que está pasando inadvertido, al menos para la mayoría de la gente de este país. Estamos sufriendo una invasión, sutil, silenciosa, pero imparable. Eso sí, no es una invasión violenta, sino mucho más peligrosa, es una invasión comercial.

Todo empezó hace ya unas décadas, cuando empezaron a ponerse de moda unos restaurantes nuevos para nosotros: los chinos. Todo normal, lo lógico es que si vas a un restaurante chino, lo lleven personas chinas. Como si vas a un mesón que se llama "El Asturiano", esperas que te atienda un señor asturiano (aunque a día de hoy seguramente las Fabes con Chorizo te las sirva un chino)..

Pero ese era solamente el primer paso de su estrategia.

Luego vinieron los "Todo a 100", esos establecimientos indispensables en cualquier barrio y que gracias a su flexibilidad horaria y su falta de interés por el concepto "día libre", han acaparado un mercado de enorme potencial, el de "vaya, son las 10 de la noche y me he quedado sin Coca Cola, menos mal que está el chino abierto, aunque me cobre 60 céntimos más que en AhorraMas".

Y a su favor juega también su increible rapidez. Un día bajas a comprar el pan y pasas por un local vacío, sin tabiques, lleno de escombros, con un cartel en la pared que pone "Proximamente Hiperbazar" y cuando vuelves de la panadería en el mismo cartel pone "Esta tarde inauguración Hiperbazar".

Con estos pequeños avances entraron en nuestras vidas casi sin darnos cuenta, se convirtieron en nuestros comerciantes preferidos. Pero son un pueblo que siempre quiere mejorar, no les vale tener nuestros corazones, quieren más.

Así que poco a poco han ido extendiéndose por peluquerías (que gusto poder cortarte el pelo un domingo a las 11 de la noche), tiendas de ropa, de disfraces,empresas de reformas (ellos no conocen la frase "ya si eso la semana que viene venimos a terminar los remates" y sus jornadas de trabajo son de 7 a 7, sin almuerzo, siesta ni cigarrito). Tienen ya hasta sus propias mafias para robarles y extorsionarles (ni eso han dejado a los empresarios nacionales), para que todo quede en casa.

Y lo hacen todo a lo grande, ya no compran un local pequeñito en una calle oscura y perdida de las afueras, sino naves enormes, polígonos enteros. No es raro ver por las carreteras de España carteles del tipo "China City" cada vez más a menudo.

Yo lo tengo claro, sé que es algo inevitable y en 10 años, todos estaremos bajo su dominio absoluto, arrastrando pesados bloques de piedra para levantar megafactorías de cosido de balones para Nike (que para entonces ya tendrá nombre chino).

Por eso he empezado a aprender chino, en vez de perder el tiempo con el inglés, y me he convertido en el mejor cliente, amigo y confidente de mis bienamadoS y maravillosos comerciantes orientales del barrio, esperando que me den un puesto de privilegio lustrando sus zapatos o fecundando a sus concubinas. Estáis avisados.

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